lunes, 30 de enero de 2012

Entrevista a fondo con Gene Roddenberry. III


Roddenberry agrega algo más acerca de la influencia que tuvo su padre en su vida. "Durante la Segunda Guerra, cuando fui a casa de visita, papá me mostró un artículo del diario sobre cómo los alemanes habían atravesado las líneas rusas. Papá le echó una ojeada al informe y me dijo: “Pasé tiempo en zonas rurales y sé bastante sobre actividades militares. Me imagino que los pararon acá”. Y señaló Stalingrado. Él era un analista muy inteligente de los sucesos mundiales. Hoy recuerdo que en mi adolescencia, o en mis veintialgo, cuando yo ya estaba bien informado, me burlaba de sus decisiones y de sus observaciones, pero él estaba varios pasos más adelante que nuestros militares."

-¿Su padre era un policía básico en Los Ángeles, un policía de calle?

-Sí, era el que hacía las rondas; era muy eficiente. Creo que muchas veces le daba vergüenza lo que hacía la policía en aquellos tiempos. Era un hombre distinto. Me parece que muchas de mis creencias sobre la gente común y sobre lo que hace la gente común, vienen de mi respeto hacia mi padre.

-Parece que su padre logró zafar de muchas de las convenciones y creencias aceptadas por la sociedad. Queda claro que fue la mayor influencia que usted tuvo en la vida.

-Más de lo que me doy cuenta. Cuantos más reportajes me hacen, más me doy cuenta de todo lo que mi padre influyó en mí. Fue un hombre difícil y había muchas cosas en él que… bueno, no tuvo una educación formal. Me acuerdo de que, cuando estaba en la primaria, una vez me equivoqué en una prueba de ortografía, y en vez de poner “Wales” (Gales) puse “whales” (ballenas). Mi maestro corrigió mi examen y anotó abajo: “La ballena es un mamífero”. Papá vio esa nota y dijo: “¿Qué clase de profesores tenés? ¡La ballena es un pez!”. Amenazó con ir a la escuela y hablar con el director…

-Cuando llegaba a casa, ¿su padre contaba historias de su trabajo como policía, o se las guardaba para sí?

-No hablaba mucho de su trabajo. Nosotros sabíamos que era policía, que una vez un tipo le disparó, que la bala le rozó la piel y el uniforme, pero él no hablaba mucho de eso. Nunca fue un policía “a lo macho”. Le interesaban más otras cosas: cómo iría a cambiar la ciudad, por ejemplo. Era un tipo muy pensativo.

-¿Cuándo falleció?

-En diciembre de 1969.

-Quizá no apreciamos realmente a nuestros padres hasta que cumplimos 40 o 50 años. Entonces, para muchos de nosotros, ya es demasiado tarde.

-Así es. Hay tantas cosas que quisiera preguntarle, si estuviera vivo. Hoy veo de forma muy distinta los aciertos y los errores de sus decisiones. Hubo un tiempo en que mi padre decía cosas sobre la religión que lastimaban a mi madre. Después, nunca más la lastimó: ella fue creciendo y comprendiendo que rezarle a Jesús no arreglaba los problemas.
.¿Esto afectó a sus hermanos?

-Sí. Mi hermano y mi hermana no son religiosos. No hay nada religioso en toda mi familia, y no olvide que hace quince años hacíamos reuniones de oración todos los martes... Mamá lo hacía desde que tenía 20, y luego lo fue dejando. Todavía vive, y es una jugadora de póker muy hábil.

-Este asunto del póker es una situación que ocasionalmente se repite, tanto en TOS como en TNG. Es más: creo que en TNG existe un juego de póker semanal…

-Coincido con Somerset Maugham, quien considera que el póker es una prueba de la inteligencia y la decencia de las personas.

-¿Suele jugar a menudo?

-Cada dos o tres semanas.

-¿Pierde pasta, o gana algo?

-Por lo general gano, o salgo empatado, pero mi historia con el póker es larga… Mi hermano y yo aprendimos aritmética con las cartas; aprendimos a calcular con los juegos de naipes: 15-2, 15-3, y así... Jugar a las cartas era algo importante en nuestra familia; fue parte de mi crecimiento y de mi proceso de aprendizaje.

-Parece casualidad que estemos hablando de la familia justo ahora, cuando acabamos de ver el capítulo “Family” de TNG, emocionalmente poderoso. La necesaria curación que el capitán Picard debe enfrentar luego de que los borg invadieran su persona, y la interacción con su hermano mayor… Ésta es otra marca de Star Trek: la verdadera calidad humana de cada personaje.

-Sí. Gracias por el halago. Hacer una serie de ciencia-ficción y lograr que los personajes se acerquen a su propia humanidad, es un halago.

-Alguien lo describió a usted como un moderno Jonathan Swift (N. de K.: escritor irlandés, 1667-1745, autor de "Los viajes de Gulliver"). ¿Podría explicar eso?

-Siempre disfruté de la obra de Jonathan Swift, disfruté de los lugares a los que fue y de los personajes que inventó. Siempre me pareció que mi forma de escribir tenía que ver con la de Swift: él usaba a sus personajes para marcar las estupideces de nuestros sistemas de pensamiento. Cuando ves a los liliputienses peleando y traicionándose entre ellos, estás viendo a la humanidad a través de los ojos de Swift. Desde un principio estuve seguro de que la misión de Star Trek sería utilizar el drama y la aventura como un medio para retratar la humanidad en sus diversidades y en sus diferentes creencias. Y Star Trek -en la serie original, pero aún más en TNG- termina siendo una expresión de lo que yo pienso: utilizo a los personajes para representar las ecuaciones y los problemas humanos.

-De últimas, TOS y TNG casi podrían llamarse: “La vida de Roddenberry”.

-Sí, posiblemente. Para un escritor es difícil no hacer eso porque, bueno, ¿de qué otra cosa vas a escribir? Básicamente escribís sobre vos. Sería raro que cualquier cosa que yo escribiera no fuera “La vida de Roddenberry”.

-Usted estuvo muy cerca de dejar la televisión. Antes de Star Trek tuvo mucho éxito, pero no era feliz. Y antes de que apareciera Star Trek estuvo a punto de hacer las maletas si no le dejaban hacer lo que quisiera, porque… ¿Porque… qué?

-¡Por la censura! Porque lo que se esperaba de los guionistas y de los productores de televisión es que perpetuaran los mitos modernos: el macho es vigoroso, lo prueba a través de las luchas (sobre todo los vaqueros)… y el resto de los estereotipos de los hombres y las mujeres. Si no hacés un guión dentro de esos parámetros, se te quedan mirando fijo con recelo y preguntan: “¿Qué está escribiendo este tipo?”. Recién hace muy poco que tenemos guiones realistas en televisión. Hace 25 años o más, habría sido imposible: primero los westerns, y después las series de policías… Sí, pensé en irme de la televisión porque no había manera de escribir lo que tenía en mi cabeza.

-¿Recuerda algún ejemplo de censura de aquellos días?

-La censura ha recorrido un largo camino. Existía, por ejemplo, la censura para áreas de la piel que quedaran a la vista: si una chica llevaba puesta una blusita liviana, se le ponían duros los pezones y se le veían a través de la blusa, tenías que ponerles curitas a los pezones, para que no se notaran. ¿Cuánta piel podía verse?: era asunto de geometría y mediciones. Me acuerdo de haber hecho un capítulo que mostraba una pierna femenina, pero del lado de adentro. Y me lo rechazaron porque, por alguna razón, el lado de adentro de una pierna era considerado vulgar.

-¿El lado de adentro era considerado vulgar, pero el lado de afuera estaba bien?

-Sí, estaba bien. Si te maldijeron con la mochila de una mente lógica, te cuestionás estas cosas. Al final, aprendés a censurarte automáticamente. Les decís a tus actores: “Pase lo que pase, no se besen con las bocas abiertas”. Sabés qué cosas te van a censurar y, como esas cosas cuestan tiempo, metraje de película, energía… llegás a una situación como a la que llegué yo con Star Trek. Tenía que meter ciertas cosas porque eran importantes para la historia que quería contar.

-¿Como el primer beso interracial de TOS?

-Yo nunca pensé que fuera algo tan grande. De hecho, mucho antes de que el capitán Kirk besara a la teniente Uhura (Nichelle Nichols), yo a Nichelle la había besado muchas veces (risas). El beso entre Kirk y Uhura era una parte esencial del argumento, y nunca se me ocurrió pensar si el capitán Kirk estaba o no estaba besando a una persona negra. Para entonces a mi ya me habían quedado bastante claras esas cosas.

-Como dijo, antes de TOS usted había considerado dejar la televisión. ¿A dónde habría ido y qué habría hecho?

-Bueno, recuerdo las palabras de mi abuela: “Mantenete puro, levantá la cabeza, escuchá, y algo va a aparecer”. Ella me dijo que uno de los trucos de la vida era mantenerse puro; se refería a mantenerte puro para con tus propias creencias. Siempre hay oportunidades. Odio pensar que si no hubiera hecho Star Trek no habría encontrado ninguna otra cosa que significara algo igualmente importante para mí.

-¿Hoy, que la serie está sindicada, tiene usted más libertad para decir lo que quiera? ¿Hay menos o hay más censura en la televisión?

-Las áreas de censura varían con la época. Las censuras de los primeros tiempos tenían que ver con la piel o con los besos, cosa hoy inaceptable, porque el público tiene una mejor educación. Sin embargo, la censura verdaderamente importante que pueden aplicarnos ahora tiene que ver con las críticas que les hagamos a los monopolios: militares, industriales o publicistas. Tenés que tener mucho cuidado con los auspiciantes, porque usan la televisión para avivarte el apetito y venderte productos. Tienes que tener mucho cuidado.

-¿Intereses corporativos?

-Intereses corporativos. La posibilidad de que Rusia tenga un poquito de razón en algunas de las cosas que hace... Incluso poder medirla por la presión arterial de un personaje de ficción... Esto también tiene que ver con la honestidad; no puedes escribir para la televisión y ser una persona totalmente honesta. Ahora soy un poco más honesto con TNG, pero aún así no soy honesto del todo... porque hay muchas cosas que aún no me permiten plantear.

-¿Actitud ante el sexo?

-Ése es uno de los temas.

-¿Ciertas ideas políticas?

-Ciertas ideas políticas, sí. Hoy en televisión no puedes hablar de algunos temas.

-¿Ni siquiera 25 años después de TOS?

-Ni siquiera. Son menos cosas, por cierto, pero hay temas fuertes de los que no puedes hablar.

-Usted dijo que la televisión sirve… para vender productos.

-Sí. Por desgracia, y también para vender ideas… como que los Estados Unidos son puros y decentes... y que el resto del mundo, dependiendo de su oscuridad relativa, es menos puro. Hay dos olas gigantes: por un lado, la ola que controla la televisión y gana mucho dinero, y por otro lado está la ola de la inteligencia. Algunos dicen que cada siete años el ser humano dobla su conocimiento. Si hacés las cuentas, desde que arrancó la televisión ya quintuplicamos nuestro conocimiento. Crecimos nosotros y creció enormemente la sabiduría del público. En algún punto ya no podés seguir mintiendo, y en algún punto el público ya no compra tus mentiras.

-Pero convengamos en que TOS está hace más de veinte años en pantalla y en todo el mundo, y que ha provocado algo bueno en la audiencia…

-Sí. Algunas palabras que utilicé para los primeros capítulos, hace más o menos 25 años, y ciertas ideas que desde entonces prosperaron… esas ideas eran parte de Star Trek.
-¿Qué otras cosas querría encarar en The Next Generation?

-Me las guardo en secreto, porque tenés que esperar a que te autoricen a pensarlas y a escribirlas. Tengo tantas ideas que, si las dijera en voz alta, todos se me vendrían en contra. La gente pensaría: “¡Por Dios, detrás de esto hay una enorme injusticia!”. (Risas.)

-¿El público sabe que usted es tan revolucionario?

-Sí (se ríe). Por eso no me preocupa.

-¿La Paramount le llegó a dar vía libre?

-Sí. Pero es difícil haber hecho TOS y al mismo tiempo definirme como un tipo totalmente honesto, a juzgar por algunas de las cosas que me vi forzado a escribir. Sin embargo, tuve la honestidad de nunca transar con la violencia –al menos con la violencia manifiesta- cuando la violencia era algo así como básica para una serie. Igual, mucho de lo que escribí -cómo vestí a las mujeres y cómo utilicé sus cuerpos como ventaja- hacen de Star Trek un show honesto… pero lejos de ser verdaderamente honesto.

-Fue una serie tremendamente avanzada para su época.

-Sí, creo que sí, me siento bien cuando lo pienso.

-Incluso podríamos decir que fue revolucionaria.

-Supongo que sí, pero no me daba cuenta… Escribía cosas que me parecían obvias cuando hay naves visitando otros planetas y otras civilizaciones.

-TOS era una serie de ciencia-ficción para adultos, cosa que en la televisión de entonces no se había hecho jamás. Cuando fue sindicada, se convirtió en un fenómeno. Por supuesto, cuando un guionista se sienta a escribir por primera vez nunca va a imaginarse que su obra, tiempo después, será una revolución…

-Sí, pero ni siquiera la vi revolucionaria mientras la hacía. Creía que a todos les gustaba porque los guiones estaban buenos. No me di cuenta de que nuestro mensaje le hacía ruido a la gente común.

-Un Puente con sexos y razas distintas: asiáticos, oficiales mujeres… Parecía algo normal en el marco temporal de la serie, el siglo XXIII, pero era bastante avanzado para la televisión de mediados del siglo XX…

-Sí, por ejemplo, a mí me daba por pensar que en el futuro nadie se sorprendería si las mujeres fueran tratadas al igual que los hombres. Pero me acuerdo de que en la NBC me preguntaron: “¿Cuántas mujeres tenés en la nave?”; y me pidieron que pensara en la cantidad de manoseos que habría entre la tripulación si es que metía un 50% de mujeres y un 50% de hombres. Discutimos, y finalmente acepté con la NBC que en la nave habría sólo un tercio de mujeres. “Igual”, pensé riéndome, “un tercio de mujeres divinas va a ser más que suficiente”…

Traducción y adaptación para Guia ST: Kohelles

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